Conductor, estuvo en
contacto con hombres de distintas categorías sociales; pasó por entre las filas
de sus regimientos vencedores, y como “un instrumento accidental de la
justicia”, distribuyó responsabilidades, asignó jerarquías y estructuró
Estados. (1)
- La historia y la experiencia de nuestra
revolución me han demostrado, que jamás se puede mandar con más seguridad a los
pueblos que después de una gran crisis.
- Estoy firmemente
convencido, que los males que afligen a los nuevos Estados de América no
dependen tanto de sus habitantes como de las constituciones que los rigen. Si
los que se llaman legisladores en América hubieran tenido presente, que a los
pueblos no se les debe dar las mejores leyes, pero sí las mejores que sean
apropiadas a su carácter, la situación de nuestro país sería diferente.
- El empleo de la
fuerza, siendo incompatible con nuestras instituciones, es, por otra parte, el
peor enemigo que ellas tienen.
- Todo cálculo en
revolución es erróneo; los principios admitidos como axiomas son, por lo menos,
reducidos a problemas. Las acciones más virtuosas son tergiversadas y los
desprendimientos más palpables son actos de miras secundarias; así es que no puede
formarse un plan seguro, y al hombre justo no le queda otro recurso, en medio
de las convulsiones de los Estados, que proponerse por parte de su conducta
“obrar bien”; la experiencia me ha demostrado que ésta es el ancla de esperanza
en las tempestades políticas.
- No soy de los que
creen que es necesario dar azotes para gobernar, pero sí, el que las
constituciones que se den a los pueblos estén en aptitudes y género de vida.
- Mi barómetro para
conocer las garantías de tranquilidad que ofrece un país, las busco en el
estado de su hacienda pública y, al mismo tiempo, en las bases de su gobierno.
-Un buen gobierno no
está asegurado por la liberalidad de sus principios, pero sí por la influencia
que tiene en la felicidad de los que obedecen.
-No se debe hacer
promesa que no se pueda o no se deba cumplir.
-La marcha de todo
Estado es muy lenta; si se precipita, sus consecuencias son funestas.
-Protesto a nombre
de la independencia de mi patria no admitir jamás mayor graduación que la que
tengo, ni obtener empleo público, y el militar que poseo renunciarlo, en el
momento en que los americanos no tengan enemigos.
- No nos
ensoberbezcamos con las glorias, y aprovechemos la ocasión de fijar la suerte
del país de un modo sólido y tranquilo.
- La religiosidad de
mi palabra como caballero y como general, ha sido el caudal sobre el que han
girado mis especulaciones.
Extraído de “El Legado de San Martín”, Año del Libertador
General San Martín. Comisión Nacional Ley 13661. Los pensamientos, máximas y
sentencias del Gran Capitán contenidos es esta publicación están extractados de
las cartas y oficios que integran el “Archivo de los Documentos del General San
Martín”, publicados por don Alejandro Rosa; la “Correspondencia del General San Martín”, recopilada por don Adolfo P.
Carranza; documentos existentes en el Archivo General de la Nación, y otras
fuentes de consulta igualmente responsables.
Compilado por Guardaparque Roberto Tobares
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