martes, 18 de octubre de 2016

¿Sabías que el Hornero es el Ave de la Patria?

En el año 1928, un prestigioso diario de la Capital Federal hizo una encuesta entre los niños de las escuelas primarias sobre cuál debería ser considerada, por sus propiedades y características, el “Ave de la Patria”. 
La encuesta tuvo gran éxito y mucha participación, más de treinta y nueve mil respuestas llegaron a la dirección del diario. 
Este es el orden de méritos obtenido:
1° el hornero, con 10725 votos;
2° el cóndor, con 5803;
3° el tero, con 4002;
4° el ñandú, 3327;
5° el chajá, con 2724;
6° el chingolo, con 2622, etcétera. 
Una de las niñas contestó en los siguientes términos: Señor, yo creo que el hornero merece el título de “Ave de la Patria” porque habita en la mayor parte de nuestro inmenso país y posee más cualidades juntas que cualquier otro pájaro.
El hornero, se encuentra en casi todo el territorio nacional. Hace su nido de barro en los postes de alambrados, de tendido eléctrico y cualquier saliente propicia. Mide unos 20 cm, es de color pardo y tiene el vientre un poco más claro. La hembra es un poco más pequeña. Es muy sociable y habita tanto en el campo como en zonas pobladas.

Poesía "El Hornero" de Leopoldo Lugones
La casita del hornero
tiene alcoba y tiene sala.
En la alcoba la hembra instala
justamente el nido entero.
En la sala, muy orondo,
el padre guarda la puerta,
con su camisa entreabierta
sobre su buche redondo.
Lleva siempre un poco viejo
su traje aseado y sencillo,
que, con tanto hacer ladrillo,
se la habrá puesto bermejo.
Elige como un artista
el gajo de un sauce añoso,
o en el poste rumoroso
se vuelve telegrafista.
Allá, si el barro está blando,
canta su gozo sincero.
Yo quisiera ser hornero
y hacer mi choza cantando.
Así le sale bien todo,
y así, en su honrado desvelo,
trabaja mirando al cielo
en el agua de su lodo.
Por fuera la construcción,
como una cabeza crece,
mientras, por dentro, parece
un tosco y buen corazón.
Pues como su casa es centro
de todo amor y destreza,
la saca de su cabeza
y el corazón pone adentro.
La trabaja en paja y barro,
lindamente la trabaja,
que en el barro y en la paja
es arquitecto bizarro.
La casita del hornero
tiene sala y tiene alcoba,
y aunque en ella no hay escoba,
limpia está con todo esmero.
Concluyó el hornero el horno,
y con el último toque,
le deja áspero el revoque
contra el frío y el bochorno.
Ya explora al vuelo el circuito,
ya, cobre la tierra lisa,
con tal fuerza y garbo pisa,
que parece un martillito.
La choza se orea, en tanto,
esperando a su señora,
que elegante y avizora,
llena su humildad de encanto.
Y cuando acaba, jovial,
de arreglarla a su deseo,
le pone con un gorjeo
su vajilla de cristal.